En tu chasco me colé.
Esta mañana he ido a ver el musical para niños En tu fiesta me colé. Teóricamente es la versión infantil de Hoy no me puedo levantar. Por suerte, mi hija tiene tan solo siete años y se lo pasó muy bien, aunque sufrió la falta de dicción de los cantantes («¿Qué ha dicho, papá», cada cinco minutos) y la mala mezcla de sonido: la música tapaba las voces; no se podía seguir ni una sola letra, y es una pena porque me hubiera gustado disfrutar del número de flamenco hiphopero, pero nanay. Por suerte, decía, mi hija no fue consciente de la falta de voz en alguna canción (sobre todo, de la actriz), de la ramplona recurrencia al acento andaluz por parte de casi todos los actores (fueran o no andaluces) ni de la general ausencia de hilatura en el guión (con fallos cronológicos y transiciones inexistentes), que de lo enjaretado que estaba, embutía las canciones de Mecano con forceps y a saco, sin que hubiera relación trabajada con el argumento. El mismo título del musical despista tanto como algunas letras de canciones de Mecano porque no hay ninguna fiesta ni nadie se cuela en ningún lado. En esta obra escrita para niños, uno de los protagonistas —que va del pueblo a Madrid a ganarse la vida como artista— se acaba alcoholizando, conduce borracho, lo para la policía y acaba arrollado por un tren (con imágenes), para luego acabar resucitado por un cantaor flamenco muerto.
Por suerte, los bailarines echan toda la carne en el asador y la escenografía ayuda a que los niños se distraigan durante los cuarenta euros que dura... digooo, las dos hora que dura el espectáculo. La señora que estaba detrás de mí lloró cuando murió el protagonista y su hija la copió e hizo nuestra experiencia más «interactiva».
A mí me gustaba algunas canciones y algunas letras de Mecano, pero recuerdo lo nervioso que me ponían ciertas burradas, como (Tú contestastes que no..., este cementerio no es cualquiera cosa..., etc.) o incluso el absurdo mensaje de otras, que intentaba ser poético, pero no lo lograba:
Entre el cielo y el suelo hay algo
con tendencia a quedarse calvo
de tanto recordar.
Y ese algo que soy yo mismo
es un cuadro de bifrontismo...
Hay alguna coplilla más en el artículo En la cama con Ripitup de esta bitácora. En fin, un quiero y no puedo que, sin embargo, resulta tremendamente eficaz. El teatro, lleno hasta la bandera.
1 comentario:
Gracias a Mecano aprendí que a las segundas personas del pasado había que añadirles muchas "eses" ;)
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